martes, 4 de julio de 2017

Queridas maestras, queridas profesoras

Por si acaso alguien no lo sabe, no sólo me referiré a la labor de las profesoras (sí, específicamente a nuestro género) sino que la frase que titula esta publicación es el título de un libro que precisamente realiza una suerte de muestrario en el que expone y celebra la labor que han tenido las profesoras a lo largo de la historia de nuestro país, por lo que me pareció una lectura enriquecedora, no sólo por el hecho del simple orgullo de formar parte muy humilde de esta historia, sino que para comparar historias.
Porque mucho se habla del desprestigio actual de nuestra profesión, opinión que lamentablemente debo decir que comparto, pero poco se dice de los motivos de fondo que nos han llevado a esta situación frente a la sociedad y aunque para alguna mente crítica esto no debe ser ninguna novedad, es bueno que se propague, ya que son las propias casas de estudio las mayormente responsables de esta realidad.
Soy una convencida de esa frase tan campesina y nuestra que dice "la culpa no es del chancho" y si existen docentes que no ejercen dignamente su profesión (en todo orden de cosas) se debe a que salieron de sistemas educativos (y familias) donde no se les exigía un pensamiento crítico, sino que se volvieron unas chupa medias del sistema, donde hay una preocupación porque el papel se vea bonito, pero no por lo que pasa con sus estudiantes, más allá de los contenidos que se están tratando.
He tenido y tengo el desagrado de tener directivos y peor aún, colegas, que con tal de mantener sus trabajos son capaces de vender hasta a su madre, y esto se debe a que son productos de mala base familiar, realidades ocultas y una pésima preparación de sus casas de estudio, lo que conjugado hace que cualquier hijo de vecino, con unas lucas, suerte o seudo pobreza, pueda optar a formar a las futuras generaciones, ya que nuestra carrera no tiene ningún peso social ni económico.
Es la pariente pobre de las carreras profesionales, lo que es muy de nuestra idiosincracia, donde no se cultiva el pensamiento y actuar libre de la sociedad, sino que se confunden los elementos profesionales con los personales, haciendo pésimos climas profesionales, lo que en ocasiones, incluso es fomentado por los propios directivos. Pero es que si las casas de estudio hicieran un poco de filtro y dejaran de jugar con el futuro del país como si fueran simples cifras "otro gallo cantaría"
Eso.-

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